Millones de personas salieron a las calles en ciudades de EE.UU. y otras partes del mundo para protestar contra lo que consideran un giro hacia el autoritarismo del actual presidente. Las marchas no solo fueron contra Trump, sino también un estallido del descontento con el sistema político dominante.
El sábado 18 de octubre, manifestantes tomaron las principales ciudades de Estados Unidos —desde Nueva York y Boston hasta Chicago y Los Ángeles— para alzar su voz contra las políticas del presidente Trump. En Chicago, una de las concentraciones más grandes llegó a 250.000 participantes que ocuparon varias manzanas de la ciudad. Al mismo tiempo, en localidades más pequeñas hubo miles que salieron a protestar, lo que revela un descontento extendido más allá de los clásicos bastiones urbanos de la costa.
Las consignas de “No Kings” se plantearon como un rechazo al poder concentrado que los organizadores atribuyen a Trump: el uso de dispositivos ejecutivos, la militarización de los procesos migratorios a través de la Immigration and Customs Enforcement (ICE), y la creación de un clima de tensión con grupos históricamente vulnerables. Además, los discursos adoptaron una tonalidad de urgencia, con llamados a huelga general y movilización laboral, especialmente en ciudades como Chicago.
Sin embargo, junto con esta rabia social hubo también críticas al rol de los partidos tradicionales, sindicatos e incluso ONGs que participaron en la convocatoria. Según los analistas de la movilización, aunque estos sectores ayudan a dar visibilidad, también contribuyen a encauzar el descontento hacia estrategias electorales y la dependencia del aparato democrático formal, en lugar de construir una lucha desde las bases obreras y populares.
La movilización “No Kings” representa un punto de inflexión: no solo es una protesta contra una figura o un partido, sino contra un modelo de funcionamiento político que muchos perciben como agotado. Pero el desafío real será convertir esa explosión de indignación en organización concreta, en estructuras que sostengan una alternativa efectiva al sistema actual, más allá de las elecciones.





