La polémica que estalló en el Gran Premio de Las Vegas volvió a poner en el centro de la escena un componente técnico poco conocido para el público general, pero absolutamente decisivo para el rendimiento de un auto de Fórmula 1: la plancha del piso, también llamada plank o tablilla de desgaste. Su función principal es controlar la altura mínima del auto y evitar que toque excesivamente el asfalto, algo que podría generar ventajas aerodinámicas ilegales.

Tras la carrera, los autos de McLaren fueron sometidos a la inspección técnica obligatoria. Allí se detectó que la plancha de ambos monoplazas presentaba un desgaste mayor al permitido por el reglamento. Esa simple medición derivó en la exclusión inmediata. La normativa es clara: si el plank está demasiado gastado, significa que el auto circuló a una altura inferior a la reglamentaria, lo que mejora la velocidad en curva y reduce la resistencia aerodinámica.

El desgaste excesivo puede deberse a múltiples factores: configuración agresiva de la suspensión, un asfalto irregular, o una apuesta del equipo por un set-up arriesgado que prioriza rendimiento sobre margen reglamentario. En el caso de Las Vegas, el circuito callejero presentó baches y ondulaciones que complicaron a varios equipos, pero solo McLaren superó el límite permitido.

Para los ingenieros, la plancha funciona como un “sensor físico” de cumplimiento técnico: si está dañada, no hay discusión posible. Lo que no logran medir las cámaras ni los sensores electrónicos queda expuesto en la madera y los tornillos inferiores del auto.

La exclusión fue un golpe duro para McLaren, que venía sumando puntos clave en su lucha del campeonato. Y reavivó el debate sobre cuán estrictas deben ser las regulaciones técnicas en un deporte donde milímetros pueden cambiar el resultado. La plancha del piso, ese componente humilde comparado con la sofisticación del resto del auto, demostró una vez más que en la F1 nada es accesorio.

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