El nuevo récord en el precio de los alquileres porteños redefine el mapa inmobiliario: departamentos de tres ambientes ya cuestan cerca de un millón de pesos, incluso en barrios que hasta hace poco eran considerados de clase media o intermedios. Este fenómeno revela una expansión del mercado caro más allá de las zonas tradicionales de elite.
Barrios hasta ahora fuera del radar del “alquiler premium” se vieron afectados por la demanda creciente, el flujo migratorio interno y la presión inflacionaria. La consecuencia: zonas populares hoy cotizan valores que antes se asociaban únicamente a zonas residenciales exclusivas. Esta reconfiguración urbana transforma la geografía de lo que se considera “habitacional accesible”.
Para inversores y propietarios, la suba representa una oportunidad que incentiva la revalorización de inmuebles. Muchos ven con buenos ojos alquilar 3 ambientes antes que apuntar a unidades más chicas, ya que la demanda sigue firme. En el mercado de segunda mano, se nota una presión al alza en los valores de oferta, lo que reacomoda todo el tablero inmobiliario.
Sin embargo, esta tendencia genera un desplazamiento: quienes vivían en esos barrios ya no pueden afrontar los costos, lo que impulsa procesos de gentrificación silenciosa. Nuevos inquilinos con mayor poder adquisitivo sustituyen a familias tradicionales, y la ciudad va perdiendo diversidad socio–espacial.
El récord en alquileres funciona como una alerta: cuando un 3 ambientes queda fuera del alcance del ciudadano promedio, la vivienda deja de ser un derecho al alcance de muchos. Y más allá de los números, lo que está en juego es la configuración social de la ciudad, su accesibilidad y su identidad.





